BOLETÍN Nº. 43
CONPAZ, CHIAPAS, MÉXICO
(26 de febrero de 1997)
CHIAPAS EN EL HORIZONTE DE 1997
Mexpaz: Boletín 43#111 Chiapas-esp
Gustavo Castro Soto
Centro de Información y Análisis de Chiapas (CIACH)
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, febrero de 1997
Chiapas comienza el año en medio de grandes
incertidumbres y retos. Las organizaciones
campesinas e indígenas se encuentran ahora
muy debilitadas. Las alianzas formadas a raíz
del conflicto que surgió en enero de 1994 se
han colapsado, dividido o han perdido el horizonte
que las aglutinaba. El gobierno, al fin, logró
su cometido al dividir y debilitar al movimiento
campesino por medio de la represión, las prebendas
y promesas alrededor de la dotación de tierras
con el finiquito agrario firmado por algunas
organizaciones durante 1996, lo que provocó
la fractura entre éstas y la agudización de
las contradicciones. Perdido el horizonte y
empantanados en los remolinos demagógicos y
burocráticos de las ofertas gubernamentales
para proyectos productivos y de otro tipo, las
organizaciones campesinas vuelven sus
contradicciones secundarias en principales.
La presencia de Dante Delgado en Chiapas
durante 1995 hizo que se perdiera la unidad
entre las organizaciones. Ya desde principios
de 1996 se veían perderse nuevamente un
escenario y espacio político de las
organizaciones que sirviera como interlocutor
y bandera de las necesidades campesinas ante
el gobierno.
Sin embargo, nuevos ejes de lucha y de
aglutinación de fuerzas se vislumbran para
1997 en un nuevo repunte de un movimiento
que aún no ha muerto. A partir de enero, tres
grandes ejes favorecen con más claridad la
construcción de una nueva fuerza que rebase
la contradicciones secundarias y fortalezca
un nuevo escenario político de alianzas y lucha
hacia una nueva agenda social.
Primero: la represión, la violencia, la
impunidad y la sistemática violación a los
derechos humanos ha tocado a todas las organizaciones
campesinas y urbanas, incluyendo a las
Organizaciones no Gubernamentales.
Esta situación va creciendo paulatinamente
tensionando así el ambiente social.
La Comisión Estatal de Derechos Humanos
(CEDH) confirmó que, durante 1996,
la Procuraduría de Justicia del Estado
recibió el 90% de las recomendaciones emitidas,
de las cuales la mayoría son por aprehensiones o
detenciones arbitrarias, dilación en la
procuración de justicia, abuso de autoridades
judiciales, irregularidades penitenciarias y
denegación de justicia.
Durante ese año, la CEDH recibió un total
de mil 424 quejas contra violaciones a los
derechos humanos de las cuales 992 acusan a
funcionarios y al personal de la Procuraduría
General de Justicia del Estado; 108 recomendaciones
(50% más en relación a 1995) de las cuales se
destacan las enviadas al procurador general de
justicia, Jorge Enrique Hernández Aguilar, y
al Secretario de Gobierno, Eraclio Zepeda. De todas
las recomendaciones, 97 fueron parcialmente
cumplidas, 6 cumplidas totalmente y 5 no
aceptadas (3 de la PGJE y 2 por el Presidente
Municipal de San Cristóbal de Las Casas).
Durante 1996, la Procuraduría General de la
República (PGR) llevó a cabo más de mil
procesados por delitos federales en Chiapas
quienes fueron sentenciados; 748 reos y 7
indígenas sentenciados por delitos federales.
Hasta la fecha persiste una situación crítica
que viven las comunidades campesinas en el
norte de la entidad que han llevado a situaciones
límites e intolerantes. Los Chinchulines primero
y ahora el grupo paramilitar Paz y Justicia no
dejan de provocar enfrentamientos, desplazados,
muertes, terror y amenazas que incluso han
impedido la presencia de la prensa nacional y
extranjera para dar a conocer los hechos, así
como de organismos de derechos humanos, ayuda
humanitaria y solidaridad de otros países. El
control militar se ha apoderado de la zona norte
y, Seguridad Pública, presidentes municipales
en manos de priístas, grupos paramilitares, tienen
el control de la región. Por ello, las instituciones
públicas se encuentran débiles. Aquí,
en Chiapas, militares, grupos paramilitares e
intereses caciquiles, son quienes gobiernan.
Más de 40 homicidios, secuestros, violaciones,
3 menores de edad asesinados, 4 mil familias
desplazadas que, aunado a la carencia de
alimentos y medicinas, es el saldo que ha
provocado Paz y Justicia. Hacia otros municipios
aledaños a la zona Ch'ol, este esquema va avanzando.
El 4 de febrero de 1997, en la comunidad de Aguas
Blancas, municipio de Palenque, un grupo de
priístas balearon a pobladores simpatizantes del
EZLN. Nuevamente se crea otro foco de expansión
de las actividades paramilitares y con el saldo
de más desplazados en la zona.
La ingobernabilidad de las instituciones públicas
en Chiapas no solo atañe a la llamada zona de
conflicto o zona norte. En la costa y sierra, frontera
con Guatemala, las autoridades no pueden garantizar
la seguridad de la población.
La guerra de baja intensidad, la represión,
los asesinatos, el maridaje de los poderes caciquiles,
de diputados priístas en apoyo a los paramilitares
y los mismos militares, vuelven al Estado en un
sinfín de vejaciones y violaciones a los derechos
humanos que, la militarización, los desplazados
y campesinos hambreados de la zona norte se vuelven
un panorama común en Chiapas. La población se va
acostumbrando a esto mientras que paulatinamente va
creciendo la polarización y tensión sociales.
Segundo. La Comisión Federal de Electricidad (CFE),
empeñada en cobrar a sus deudores, ha lanzado desde
1996 campañas de corte de la energía eléctrica a
más de 60 municipios donde hay población en resistencia
civil que se niega a pagar las tarifas.
A partir de enero de 1997, la CFE agudiza su campaña
llegando a cortar la luz por las noches a más de 20
municipios tan sólo de la zona sierra y costa. Sin
embargo, esto ha llegado a la zona de Los Altos,
incluyendo a la ciudad de San Cristóbal de las Casas;
a la zona norte, etc., dejando a miles de usuarios sin
el servicio. En los municipios de El Bosque,
Simojovel, Huitiupan y Playas de Catazaja, más de
70 mil pobladores han sido afectados por la suspensión
del servicio por parte de la CFE. Por su lado, la misma
CFE dio a conocer que durante el mes de enero se
efectuaron 33 mil cortes de unos 20 municipios y que
al menos el 30% de los usuarios de toda la región no
han pagado el consumo.
La población campesina y urbana demandan una tarifa
preferencial ya que la entidad aporta un porcentaje
significativo de la energía eléctrica al
país. Muchos enfrentamientos y hasta linchamientos
por parte de la población ha sido el saldo del
personal de la CFE al querer cortar el suministro
de energía en las localidades. Los programas
gubernamentales como la llamada "una luz amiga"
han sido rechazados por las poblaciones
del Estado. Incluso presidencias municipales
han tenido que pagar el costo de su resistencia civil.
En las organizaciones y en la población en general
se va perfilando un eje aglutinador de lucha
campesina y urbana a favor de la resistencia civil.
Grandes marchas y movilizaciones en torno a esta
lucha se están dando.
Tercero. El diálogo interrumpido entre el EZLN
y el gobierno federal ha provocado tensión
principalmente en las zonas rurales donde los retenes,
vuelos rasantes, patrullajes de grandes convoys
militares hacen su presencia.
Aunque tarde, la sociedad civil ha empezado a
reaccionar en torno a ejercer presión sobre el
Poder Ejecutivo Federal con el fin de que acepte la
propuesta de la Comisión de Concordia y Pacificación
(COCOPA) para incluir los Acuerdos de San Andrés
a rango constitucional. Tarde también, se
empezó a entender en qué consistía la propuesta,
el por qué de la negativa del Ejecutivo como del
mismo EZLN.
De manera desarticulada, como desarticulado está
el movimiento campesino y urbano, se han comenzado
a gestar convocatorias para movilizar las conciencias
y presionar. Al parecer, podría tener éxito esta
articulación.
Con represión, sin luz y sin acuerdos, el clima
social y político se complica. Sin embargo, estos
tres ejes se vislumbran como la agenda
política de los grupos que pudieran generar un
nuevo actor en la entidad.
Las organizaciones y frentes tienen que tomar
en cuenta la experiencia de los años recientes para
no volver a caer en los mismos vicios y errores que
han evitado el impulso de una fuerza política con
la unidad de alianzas estratégicas sin resentimientos
y cobros de facturas internas.
Esta tensión se verá plasmada, durante 1997,
entre las organizaciones que sobreviven a la
Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco
(AEDPCH), el Frente Zapatista de Liberación
Nacional (FZLN), el Frente Amplio para la
Construcción de Movimiento de Liberación
Nacional (FAC-MLN), entre otras organizaciones
y coaliciones de antaño que sugieren líneas
o tendencias alrededor de las cuales se forman
otro tipo de alianzas.
El reto que tendrá el movimiento social en
Chiapas será, entre otras, la necesidad de
enlazar y articular sus demandas locales a
las estatales y éstas a las nacionales. De
igual modo, la articulación a escenarios
nacionales que le permitan hacer alianzas
encaminadas a la realización de una agenda
nacional, así como desterrar los vicios y
bloqueos que lanzaron al abismo otros intentos
articuladores, como la Convención Nacional
Democrática (CND), entre otros. Sin embargo,
los caminos tendrán que ser anchos. Todos
deben caber o se caerá en el peligro de
teñir las propuestas sólo bajo el lente del
proceso zapatista lo que llevaría a mayores
fricciones y divisiones entre las organizaciones
campesinas en la región ?Cómo hacer para
encontrar los procesos, las fuerzas y las
tendencias? Sin embargo, a nivel nacional, el
proceso de construcción de la democracia
se verá atravesada por la agenda
político-electoral, que le dará una alta
prioridad al rumbo de la nación por el
posible reacomodo de las fuerzas y la nueva
correlación que presente esta coyuntura.
Lamentablemente, la agenda político-electoral
en Chiapas se encontrará con el tradicional
abstencionismo.
Los partidos políticos no marcan el consenso
ni la hegemonía al seno de las organizaciones.
La federación irrumpe con todo su aparato al
igual que el ejército. Las condiciones adecuadas
socio-políticas no están dadas en el territorio
chiapaneco. La militarización, los miles de
desplazados internos, los retenes, la falta de
credencialización, la paramilitarización, etcétera,
mantienen un esquema débil para la contienda electoral.
Pese a todo, el papel que ha jugado Alianza Cívica
como contrapeso social y político ante el gobierno
y la sociedad en la observación electoral, ha sido
muy valioso. Abandonar este escenario será dejar en
manos empresariales el peso civil de la opinión
pública sobre la calificación de los comicios en
apego a la legalidad y transparencia de los procesos
electorales.
Aunado a lo anterior, el conflicto de la
remunicipalización de Ocosingo y la creación de
otro más entrará en la agenda política del gobierno
y, en medio de esta lucha, narcotraficantes, ganaderos,
PEMEX, la autonomía de los pueblos indígenas y
otros intereses entrarán en la contienda y disputa
territorial.
De cualquier modo, pase lo que pase en el terreno
federal electoral, las repercusiones serán de trascendencia.
Cambiará la integración de la COCOPA; el esperado cambio
en la correlación de fuerzas en el Congreso de la Unión
tendría una voz diferente para Chiapas.
En medio de esto, nuevos grupos guerrilleros surgen
en la zona. El EZLN ve la presencia de supuestos grupos
del Ejército Popular Revolucionario (EPR) incluso en
regiones de su supuesta influencia. En la Sierra y
Costa dos grupos guerrilleros más, hacen su aparición
por medio de propaganda y algunos asaltos.
Hoy, el ambiente en Chiapas es parecido a momento
previo a la ofensiva gubernamental de febrero de 1995.
Promesas gubernamentales, apologías de buena voluntad
para el diálogo, campañas publicitarias, insistencia
en que la salida política es la más viable, impasse
en el diálogo, tensa la militarización y calladamente
aumentando en número y posiciones, distracciones con
otras noticias nacionales, acciones aparentemente aisladas
como amenazas y secuestros, quemas de casas y oficinas
de organismos defensores de derechos humanos, etc.
Pero también hay sus diferencias; tantos municipios
en rebeldía y resistencia al pago de la luz como
comunidades sin ese servicio; una zona norte más
polarizada y a punto de desbordar la resistencia de
sus comunidades afectadas y extendiéndose hacia la
zona de Palenque; una alerta roja del EZLN ahora no
publicitada que mantiene en una tensión sin precedentes
a las comunidades en la zona de conflicto; un Cuerpo Unico
de Asesores Zapatistas (CUAZ) disuelto por el EZLN; más
campesinos armados en la Fraylesca; miles de maiceros
movilizados; otros grupos guerrilleros en las zonas
Sierra y Costa y; un momento sumamente débil para las
organizaciones campesinas, urbanas y Organizaciones
no Gubernamentales (ONG>s) que se encuentran
desarticuladas.
En otras palabras, mayor aumento de la lógica
militar sobre la debilidad del orden y fortaleza de
la sociedad civil con ingobernabilidad de las
instituciones públicas.
?Será posible que el gobierno siga manteniendo
una solución militar al conflicto en Chiapas?,
?cómo cambiaría una solución militar el escenario
electoral federal y para las elecciones del Distrito
Federal?, ?a quién le convendría?, ?será la
iniciativa de ley del Ejecutivo o de la COCOPA la
que se presente en el Congreso de la Unión?,
?en cuál Congreso de la Unión, de antes o después
de julio de 1997? Estas y otras preguntas se mantienen
el en aire.
Mientras tanto, el gobierno de Ruiz Ferro tendrá
que consolidar su gabinete para garantizar la
línea federal por lo que cambios de funcionarios se
podrán prever en al transcurso de 1997.
Los refugiados guatemaltecos, que se calculan en
más de 18 mil en el estado en aproximadamente 120
campamentos, representan otro punto problemático.
Además de estos, no debemos olvidar por lo menos
a otros 10 mil dispersos en la zona del Soconusco.
La firma de la paz en el vecino país da ahora
otro enfoque al tratamiento que tanto el gobierno
federal como el Alto Comisionado de las Naciones
Unidos para los Refugiados (ACNUR) pretenden dar
a los refugiados de cara a la eliminación de
estatus del refugiado para el año 2000.
Muchas tensiones y presiones están viviendo los
refugiados guatemaltecos por parte de los campesinos
que hace más de una década les ofrecieron toda
la solidaridad posible. La disputa por la tierra
y los recursos, además de estar muchos de los
campamentos en municipios de la llamada zona de
conflicto,, agudizan la situación. No hay duda
de que, como en Campeche y Quintana Roo, los
refugiados retornados vuelvan nuevamente a México en
calidad de ilegales como lo está sucediendo actualmente.
La firma de la paz en Guatemala no soluciona de manera
inmediata las necesidades básicas de miles de
refugiados y desplazados.
La situación de miseria y pobreza de Guatemala como
de otros países centroamericanos, no eliminará la
creciente migración de ilegales por Chiapas. De
preocupación especial son los acuerdos que el
gobierno federal ha hecho con el gobierno de los
Estados Unidos con el fin de combatir la
migración ilegal hacia el norte.
El narcotráfico, las invasiones y desalojos de
tierras, los expulsados del municipio de Chamula,
la creciente deforestación de las reservas ecológicas
y de las biósferas, etc., son otros aspectos difíciles
que vive la región que dan un panorama poco halagador.
Sin embargo, la población mayoritariamente campesina
e indígena en Chiapas ha demostrado que puede resistir,
vivir, proponer y forjar su propio destino.
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